Hamengkubuwono X, sultán de Yogyakarta, es una figura muy popular y activa en su país, y uno de los líderes más populares de Indonesia, que el pasado 28 de octubre anunció su esperada candidatura a las elecciones presidenciales previstas para 2009 para luchar contra la pobreza y el desempleo. El sultán, licenciado en Derecho, ha recibido presiones para presentar su candidatura a los comicios pero demoró su decisión. Hamengkubuwono X aúna la autoridad de una longeva dinastía javanesa y una fuerte convicción democrática, como demostró apoyando el proceso que siguió a la caída del régimen dictatorial del general Suharto (1966-1998). La carrera política de su familia se remonta a la época precolonial, aunque no comenzó realmente a despuntar hasta 1755, cuando las autoridades holandesas concedieron a su antecesor, Hamengkubowono I, el título de sultán.
El sultán, que cuenta con una larga carrera política como gobernador de esta región del sur del archipiélago, hizo pública su decisión ante cerca de 200.000 personas que se congregaron en una explanada frente a su palacio, Kraton, informaron medios locales. “Cumpliendo la llamada de la madre patria, estoy preparado para ser presidente en 2009”, proclamó Hamengkubuwono X, de 62 años, que para algunos javaneses es una figura semidivina.
El sultanato de Yogyakarta, oficialmente Sultanato de Ngayogyakarta Hadinngrat, se formó en 1755 cuando el entonces sultanato de Mataram fue dividido en dos por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales mediante el tratado de Giyanti. Este tratado declara que el Sultanato de Mataram sea dividido entre el Sultanato de Ngayogyakarta Hadiningrat con Yogyakarta como capital y Mangkubum como el sultán Hamengkubuwono I; y el sultanato de Surakarta Hadiningrat con Surakarta como la capital y Pakubuwono III anterioriormente sultán de Mataram como su sultán y gobernante. El sultán Hamengkubuwono I construyó su capital durante los siguientes 37 años con Kraton como su parte central y la corte de Surakarta como modelo. Cuando Hamengkubuwono I falleció, en 1792, su territorio se extendía más allá de Surakarta.
El gobernante Sri Sultán Hamengkubuwono IX (1912-1988) obtuvo en título en la universidad Holandesa de Leiden, y ocupó la posición ceremonial de Vice-Presidente de Indonesia como un reconocimiento a su estatus, así como también la de ministro de defensa y de finanzas.
En apoyo a la declaración de independencia de Indonesia de la ocupación Holandesa y japonesa, el 5 de septiembre de 1945, Sri Sultán Hamengkubuwono IX de Yogya y Sri Paku Alam VII en Yogya declararon sus sultanatos como parte de la república de Indonesia. En pago por su apoyo, una ley especial aprobada en 1950 le garantizó a Yogyakarta el estatus especial de Región Provincia y el reconocimiento del poder del Sultán para manejar sus propios asuntos internos. El sultán Hemngkubuwono IX fue entonces nombrado gobernador vitalicio. Durante la guerra de indpendencia de Indonesia contra los holandeses y después de la segunda guerra mundial la capital de la recién nacida república de Indonesia se trasladó a Yogyakarta cuando los holandeses ocuparon Yakarta desde enero de 1946 hasta agosto de 1950. Hamengkubueono X, el sultán candidato, obtuvo un título de la universidad de Gadaj Mada, y en 1998 fue elegido gobernador por la casa provincial de representantes de Yogyakarta, en desafío a las recomendaciones del gobierno central.
Hamengku Buwono X –el nombre significa “sustentador del universo”– encabeza una dinastía que nació en el siglo XVIII, en plena época precolonial, aunque no comenzó realmente a despuntar hasta 1755, cuando las autoridades holandesas concedieron a su antecesor, Hamengkubowono I, el título de sultán. Su alteza real hoy muestra su retrato oficial en el atuendo completo de la corte javanesa, con una daga curva dentro de su magnífico sarong de batik. Su indumentaria cotidiana consiste en un traje oscuro impecablemente confeccionado, de preferencia Armani. En su oficina, durante una entrevista, fuma un grueso puro Davidoff. Detrás de él cuelga un gran cuadro de un volcán. “No es el Merapi –dice con displicencia–. Es el Fuji”.
Algunos habitantes de Yogyakarta acusan a Hamengku Buwono X por convertir esta capital cultural en una ciudad de centros comerciales y de pasar demasiado tiempo en el campo de golf. Añoran el consuelo de los añejos rituales y critican al sultán por descuidar las ceremonias a las que su padre asistía habitualmente. En 2006, fue notoria la ausencia del sultán en un ritual anual para bendecir las ofrendas dedicadas al ogro Sapu Jagat y la diosa marina Ratu Kidul. Las ofrendas (que incluyen comida, flores, tela y recortes del cabello y de las uñas de las manos del sultán) se hacen para asegurar la alineación sagrada entre el volcán, su palacio y el Océano Índico y, por lo tanto, la seguridad del pueblo.
Menos de dos semanas después de la primera gran erupción del Merapi en 2006, ocurrió un fuerte sismo al sur de Yogyakarta, que mató a más de 5 000 personas. El palacio y los cementerios reales también resultaron muy dañados, un pésimo augurio para el sultán, que ya era blanco de la indignación pública por la lenta distribución de los fondos de socorro. Hoy en día ni siquiera un sultán moderno puede escapar a la fuerza de las antiguas creencias. Con su presencia o sin ella, las ofrendas rituales anuales debían hacerse. De manera que el personal del sultán dispuso las ofrendas en el patio dañado por el terremoto para una breve ceremonia, luego las colocaron en autos que las esperaban y se dirigieron a toda prisa con dos rumbos distintos.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Reñida batalla por la sucesión en Busoga, uno de los cinco reinos tradicionales de Uganda
El 31 de octubre pasado, los once jefes tribales de Busoga, uno de los reinos tradicionales que forman parte de la República de Uganda, eligieron como su rey (o “Kyabazinga”) al príncipe Edward Collumbus Wambuzi Muloki, que llegaba así a suceder a su padre, el rey Henry Muloky, que falleció a principios de septiembre. Busoga es uno de los cinco reinos tradicionales de Uganda que en los años ’90 fueron restituidos en la Constitución como sedes culturales, y el presidente Museveni devolvió sus coronas a sus reyes, que habían sido desposeídos de sus tronos en los años ’60 por el sangriento dictador Idi Amin.
Se trata de un pueblo unido, que disfruta de grandes privilegios económicos, sociales y culturales. Isebantu Kyabazinga o Rey de Busoga es el título dado al gobernante, que colabora estrechamente con el presidente ugandés. El rey actúa como un poderoso símbolo de la unidad tribal, y su título significa “padre y unificador de todas las personas”. El cargo de Kyabazinga es un cargo electivo, y se escoge entre cinco de los once jefes reales tradicionales del reino para reinar por un tiempo determinado; sin embargo, en 1996 los jefes reales decidieron que el rey Muloki reinara hasta su muerte, como agradecimiento y reconocimiento de su contribución al pueblo de Busoga. Según la Constitución de la Obwa Kyabazinga Busoga Bwa, cuando el trono del Isebantu Kyabazinga quede vacante, el Issabalangira (Jefe del Consejo Real) automáticamente se convierte en el Isebantu Kyabazinga regente, a la espera de la sustitución oficial.
El Kyabazinga debe ser alguien que pueda expresarse con fluidez y claridad en su escritura, hablar el idioma lusoga o sus dialectos así como la lengua nacional de Uganda, el inglés, a la perfección. Debe estar en su sano juicio, debe respetar y amar las tradiciones de Obwa Kyabazinga, la cultura y la tradición de Busoga y ninguno de ellos puede haber estado en prisión más de dos años. En el caso de que el elegido resulte ser un príncipe menor de edad, dos de los jefes reales son escogidos para representarlo como regentes durante algún tiempo, y el trono nunca debe quedar vacante más de dos meses; sin embargo, en el caso de que el Consejo Real no hubiera podido hallar a nadie apto, se amplía el límite otros dos meses. El elegido tiene treinta días para notificar formalmente, por escrito, su aceptación de subir al trono, y pronto debe ser entronizado en el campo de Mpumuire, en Jinja, para comenzar lo antes posible sus tareas reales en Bugembe.
Durante los últimos meses, Busoga vivió una verdadera batalla de sucesión, en la que los once jefes tribales se postulaban y postulaban a otros, para ocupar el trono que dejó vacante el rey Muloki. La lista de candidatos del trono fue aumentando día a día, pero la mayoría ha apoyado la candidatura del hijo mayor del rey muerto, Edward Collumbus Wambuzi, del principado de Bulamogi, que goza del prestigio de ser hijo de un hombre sabio y humilde, jamás salpicado por un escándalo.
La elección de Wambuzi tuvo lugar bajo estrictas medidas de seguridad luego de que se sucedieran muchas escenas de caos y violencia antes de comenzar a celebrarse las elecciones. Cinco de los 11 jefes de Busoga emitieron luego un memorando oponiéndose a las elecciones, y otros tres de los que intentaron boicotear las elecciones habían expresado su interés en ser elegido rey, por lo que a pesar de que la Constitución del año 2000 dice expresamente que un candidato debe tener al menos ocho de los once votos para ser elegido rey, sólo siete votaron al príncipe Wambuzi. Ahora, las tribus y los demás candidatos exigen a la justicia tanto la revisión como la anulación de la elección, y tal parece que el príncipe Wambuzi, de 35 años, por ahora no podrá sentarse tranquilo en el trono que ocupó su querido y prestigioso padre durante cuatro décadas.
Darío Silva-D'Andrea
Se trata de un pueblo unido, que disfruta de grandes privilegios económicos, sociales y culturales. Isebantu Kyabazinga o Rey de Busoga es el título dado al gobernante, que colabora estrechamente con el presidente ugandés. El rey actúa como un poderoso símbolo de la unidad tribal, y su título significa “padre y unificador de todas las personas”. El cargo de Kyabazinga es un cargo electivo, y se escoge entre cinco de los once jefes reales tradicionales del reino para reinar por un tiempo determinado; sin embargo, en 1996 los jefes reales decidieron que el rey Muloki reinara hasta su muerte, como agradecimiento y reconocimiento de su contribución al pueblo de Busoga. Según la Constitución de la Obwa Kyabazinga Busoga Bwa, cuando el trono del Isebantu Kyabazinga quede vacante, el Issabalangira (Jefe del Consejo Real) automáticamente se convierte en el Isebantu Kyabazinga regente, a la espera de la sustitución oficial.
El Kyabazinga debe ser alguien que pueda expresarse con fluidez y claridad en su escritura, hablar el idioma lusoga o sus dialectos así como la lengua nacional de Uganda, el inglés, a la perfección. Debe estar en su sano juicio, debe respetar y amar las tradiciones de Obwa Kyabazinga, la cultura y la tradición de Busoga y ninguno de ellos puede haber estado en prisión más de dos años. En el caso de que el elegido resulte ser un príncipe menor de edad, dos de los jefes reales son escogidos para representarlo como regentes durante algún tiempo, y el trono nunca debe quedar vacante más de dos meses; sin embargo, en el caso de que el Consejo Real no hubiera podido hallar a nadie apto, se amplía el límite otros dos meses. El elegido tiene treinta días para notificar formalmente, por escrito, su aceptación de subir al trono, y pronto debe ser entronizado en el campo de Mpumuire, en Jinja, para comenzar lo antes posible sus tareas reales en Bugembe.
Durante los últimos meses, Busoga vivió una verdadera batalla de sucesión, en la que los once jefes tribales se postulaban y postulaban a otros, para ocupar el trono que dejó vacante el rey Muloki. La lista de candidatos del trono fue aumentando día a día, pero la mayoría ha apoyado la candidatura del hijo mayor del rey muerto, Edward Collumbus Wambuzi, del principado de Bulamogi, que goza del prestigio de ser hijo de un hombre sabio y humilde, jamás salpicado por un escándalo.
La elección de Wambuzi tuvo lugar bajo estrictas medidas de seguridad luego de que se sucedieran muchas escenas de caos y violencia antes de comenzar a celebrarse las elecciones. Cinco de los 11 jefes de Busoga emitieron luego un memorando oponiéndose a las elecciones, y otros tres de los que intentaron boicotear las elecciones habían expresado su interés en ser elegido rey, por lo que a pesar de que la Constitución del año 2000 dice expresamente que un candidato debe tener al menos ocho de los once votos para ser elegido rey, sólo siete votaron al príncipe Wambuzi. Ahora, las tribus y los demás candidatos exigen a la justicia tanto la revisión como la anulación de la elección, y tal parece que el príncipe Wambuzi, de 35 años, por ahora no podrá sentarse tranquilo en el trono que ocupó su querido y prestigioso padre durante cuatro décadas.
Darío Silva-D'Andrea
Batalla judicial en la realeza de Malasia por una riña nocturna entre príncipes de dos familias reales
Una supuesta paliza de un miembro la realeza de Malasia y sus amigos contra el nieto del sultán de Johor y sus guardaespaldas, ha renovado el debate sobre las indiscreciones y escándalos de la realeza malaya, donde el rey es elegido cada cinco años de entre las nueve familias reales que gobiernan los nueve sultanatos que conforman Malasia.
Tunku Nadzimuddin Tunku Mudzaffar, el hijo mayor de una princesa de Negri Sembilan, informó a la policía que fue golpeado con la culata de una pistola en la cabeza y la cara por un nieto del Sultán de Johor. El presunto delincuente fue identificado sólo como Tengku Ismail, y su padre es uno de los hijos del Sultán. La refriega tuvo lugar supuestamente en un hotel en Kuala Lumpur y Tunku Nadzimuddin sufrió una fractura de nariz.
Un amigo de la familia real de Negri Sembilan, también informó a la policía que fue golpeado por el guardaespaldas del príncipe de Johor, y la pérdida de conciencia y un diente frontal, de acuerdo con personas cercanas a la situación familiar y con la policía informe. Las presuntas palizas tuvieron lugar después de un altercado entre los grupos de las dos familias reales en un popular club nocturno en Kuala Lumpur en las primeras horas del sábado 25 de octubre. Ahora, las familias reales de Negri Sembilan y Johor, tras haberse turnado pacíficamente, desde 1957, en el trono de Malasia, junto a otras siete dinastías, se enfrentan por las heridas sufridas y planean llevar sus denuncias ante los tribunales de justicia.
A principios de los años 90, el ex Primer Ministro Mahathir Mohamad logró, a través de amplias reformas constitucionales, que se eliminan las disposiciones que conceden el derecho de inmunidad de enjuiciamiento, por lo que los príncipes de las nueve familias reales malayas no pueden ser encarcelados, multados ni enjuiciados. En virtud de la Constitución de este país, donde sus nueve sultanes se turnan para servir como rey en virtud de un sistema único de rotación, todos los miembros de la realeza están por encima de la justicia, y está establecido que sólo pueden ser juzgados por un tribunal especialmente convocado, si es que el sultán de turno, el Yang di-Pertuan Agong (o “Gobernante Supremo de Malasia”) así lo decreta.
Darío Silva-D'Andrea
Tunku Nadzimuddin Tunku Mudzaffar, el hijo mayor de una princesa de Negri Sembilan, informó a la policía que fue golpeado con la culata de una pistola en la cabeza y la cara por un nieto del Sultán de Johor. El presunto delincuente fue identificado sólo como Tengku Ismail, y su padre es uno de los hijos del Sultán. La refriega tuvo lugar supuestamente en un hotel en Kuala Lumpur y Tunku Nadzimuddin sufrió una fractura de nariz.
Un amigo de la familia real de Negri Sembilan, también informó a la policía que fue golpeado por el guardaespaldas del príncipe de Johor, y la pérdida de conciencia y un diente frontal, de acuerdo con personas cercanas a la situación familiar y con la policía informe. Las presuntas palizas tuvieron lugar después de un altercado entre los grupos de las dos familias reales en un popular club nocturno en Kuala Lumpur en las primeras horas del sábado 25 de octubre. Ahora, las familias reales de Negri Sembilan y Johor, tras haberse turnado pacíficamente, desde 1957, en el trono de Malasia, junto a otras siete dinastías, se enfrentan por las heridas sufridas y planean llevar sus denuncias ante los tribunales de justicia.
A principios de los años 90, el ex Primer Ministro Mahathir Mohamad logró, a través de amplias reformas constitucionales, que se eliminan las disposiciones que conceden el derecho de inmunidad de enjuiciamiento, por lo que los príncipes de las nueve familias reales malayas no pueden ser encarcelados, multados ni enjuiciados. En virtud de la Constitución de este país, donde sus nueve sultanes se turnan para servir como rey en virtud de un sistema único de rotación, todos los miembros de la realeza están por encima de la justicia, y está establecido que sólo pueden ser juzgados por un tribunal especialmente convocado, si es que el sultán de turno, el Yang di-Pertuan Agong (o “Gobernante Supremo de Malasia”) así lo decreta.
Darío Silva-D'Andrea
La tristeza persigue a la depuesta familia real de Nepal con la prematura muerte de uno de sus miembros
Mientras Nepal sigue celebrando con bombos y platillos su conversión en una república federal, la tragedia sigue persiguiendo a la familia del derrocado rey Gyanendra, con la repentina muerte, a causa de un ataque cardíaco, de un sobrino político del depuesto monarca, a la edad de 35 años. La muerte se produjo cuando en Nepal celebraban el Bhai Tika, una ceremonia en la que las mujeres nepalíes ofrecen oraciones por la larga vida de sus hermanos.
Abhinesh Shah, que se había incorporado a la entonces omnipotente familia real de Nepal en el año 2003, por su casamiento con la princesa Sitashma, sobrina del rey Gyanendra, murió el pasado 29 de octubre en Katmandú. Abhinesh Shah había estado ya sufriendo constantes enfermedades e incluso había sido trasladado a Bangkok para su tratamiento, pero falleció en el Hospital Norvic de Katmandú, en el mismo lugar donde tiempo atrás había sido tratado el ex príncipe heredero nepalés, Paras Shah. Su prematura muerte suma a la lista de desgracias que han ocurrido a la dinastía Shah en la última década.
Recordemos que en el año 2001 el rey Birendra y la reina Aishwarya, así como un gran número de príncipes y princesas de la familia fueron asesinados a tiros por el entonces príncipe heredero Dipendra, que a pesar de haber cometido regicidio fue rey pocas horas antes de morir y dejar la corona sobre la cabeza de su tío, un millonario ambicioso que se convirtió en un dictador para Nepal justo antes de que su país decidiera expulsar para siempre a la dinastía, hace pocos meses atrás.
La princesa Sitashma es la hija del príncipe Dhirendra, hermano menor del rey Gyanendra, que también fue muerto en el evento de 2001. La madre de Sitashma, la princesa Prekhshya, falleció pocos meses después al sufrir un accidente el helicóptero en el que viajaba. Dhirendra había sido despojado de su título real después de su separación de Prekhshya –hermana de las últimas dos reinas nepalesas— y antes de trasladarse al Reino Unido, donde se casó con una mujer occidental. En el año 2003, el rey Gyanendra dio a su huérfana sobrina en matrimonio al fallecido Abhinesh Shah, que se encontraba muy relacionado con el impopular y desenfrenado príncipe heredero Paras, que volvió a Katmandú para participar de los rituales fúnebres de su querido amigo.
Darío Silva D'Andrea.
Abhinesh Shah, que se había incorporado a la entonces omnipotente familia real de Nepal en el año 2003, por su casamiento con la princesa Sitashma, sobrina del rey Gyanendra, murió el pasado 29 de octubre en Katmandú. Abhinesh Shah había estado ya sufriendo constantes enfermedades e incluso había sido trasladado a Bangkok para su tratamiento, pero falleció en el Hospital Norvic de Katmandú, en el mismo lugar donde tiempo atrás había sido tratado el ex príncipe heredero nepalés, Paras Shah. Su prematura muerte suma a la lista de desgracias que han ocurrido a la dinastía Shah en la última década.
Recordemos que en el año 2001 el rey Birendra y la reina Aishwarya, así como un gran número de príncipes y princesas de la familia fueron asesinados a tiros por el entonces príncipe heredero Dipendra, que a pesar de haber cometido regicidio fue rey pocas horas antes de morir y dejar la corona sobre la cabeza de su tío, un millonario ambicioso que se convirtió en un dictador para Nepal justo antes de que su país decidiera expulsar para siempre a la dinastía, hace pocos meses atrás.
La princesa Sitashma es la hija del príncipe Dhirendra, hermano menor del rey Gyanendra, que también fue muerto en el evento de 2001. La madre de Sitashma, la princesa Prekhshya, falleció pocos meses después al sufrir un accidente el helicóptero en el que viajaba. Dhirendra había sido despojado de su título real después de su separación de Prekhshya –hermana de las últimas dos reinas nepalesas— y antes de trasladarse al Reino Unido, donde se casó con una mujer occidental. En el año 2003, el rey Gyanendra dio a su huérfana sobrina en matrimonio al fallecido Abhinesh Shah, que se encontraba muy relacionado con el impopular y desenfrenado príncipe heredero Paras, que volvió a Katmandú para participar de los rituales fúnebres de su querido amigo.
Darío Silva D'Andrea.
La Coronación del Rey de la Isla de Wallis
Eclipsado por la coronación del Rey de Tonga, otro tradicional monarca polinesio fue coronado en la misma semana de 2008. El nuevo rey de Wallis y Futuna, las paradisíacas islas del Pacífico, Kapiliele (Gabriel) Faupala fue coronado a las sesenta y ocho años de edad el 25 de julio ante una asamblea de dos mil personas, jefes y funcionarios franceses, que son los dueños y administradores de las islas. Él es ahora conocido como su alteza el rey Kapiliele Faupala y tiene títulos tradicionales como el de Tui ‘Uvea, de Lavelua o Hau Lavelua. Sucedía así entonces al anciano rey Tomasi Kulimoetoke II, que murió en mayo de 2007 después de un registro de un reinado récord de 48 años de duración, y durante la mayor parte de su vida adulta se había desempeñado como miembro del Consejo de Ministros, un cuerpo administrativo local que goza de cierto reconocimiento de parte de París luego del Estatuto de Territorios de Ultramar de 1961.
Aquel 25 de julio, las ceremonias de coronación fueron el punto culminante de una serie de elaboradas ceremonias religiosas que incluían la entrega de ofrendas y el ritual del kava, que tuvieron lugar en los jardines de Marae Sagatosoane (“sagrado lugar de encuentro”), en Mata’Uti, la capital de Wallis, donde había sido sepultado el rey Tomasi. Las ofrendas que fueron llevadas al lugar sagrado delante del Palacio Real fueron cien cerdos, según la costumbre, y muchos aldeanos de Hahake se acercaron a dejar una gran diversidad de presentes, la mayoría de los cuales eran frutos de la tierra, animales y objetos que simbolizan la paz, la fecundidad, la prosperidad... La misa de coronación se inició a las 7 de la mañana, y a las 9.45 exactamente Kapelilele Faupala era entronizado en Malae Sagato Soane, no sin antes realizar las cinco paradas simbólicas antes de llegar al trono: primero le fue servido en copas el tradicional kava por cinco jóvenes e la aldea de Mata Utu; en segundo lugar se realizó el Kai Kai (comida tradicional) para lugar pasar al Katoaga (la entrega de presentes) y finalizar con las danzas tradicionales de las islas, al estilo hawaiano.
Es en honor a Samuel Wallis (1728-1795), un navegante y explorador inglés que circunnavegó la Tierra en el segundo viaje de exploración inglés al Océano Pacífico, que la isla de Wallis recibe su nombre. Junto con Futuna (o Fortuna) forman dos grupos de islas separados por 250 kilómetros de mar. El primero (159 kilómetros cuadrados), más al norte, está formado por la isla de Wallis y algunos islotes deshabitados que la rodean. Para acercarse a la isla los barcos grandes tienen que entrar por el sur, para esquivar el arrecife coralino que rodea a la isla. Es una isla bastante llana y tan solo alcanza los 145 metros de altura en el monte Llu Fakahega.
Más al sur se encuentran las Futuna, con las islas de Futuna y Alofi, que suman 115 kilómetros cuadrados de área. Son montañosas y de origen volcánico. El pico más alto es el Monte Puke, en la isla de Futuna, que alcanza los 524 metros de altura. La isla de Alofi, a solo dos kilómetros de Futuna, se encuentra deshabitada por la ausencia de agua dulce. Sin embargo en Futuna hay numerosas fuentes. El territorio esta dividido en los tres reinos tradicionales: Uvea en la isla de Wallis, Sigave en la parte occidental de Futuna y Alo en la isla de Alofí y en la parte oriental de Futuna, y aunque el Jefe de Estado es el Presidente de Francia (actualmente el mediático Nicolas Sarkozy), representado por un Alto Comisionado, el Consejo del Territorio está formado por los tres reyes y por tres miembros apuntados por el alto comisionado junto con la Asamblea Territorial. El rey de Wallis tiene un enorme poder simbólico y tradicional, y es respetado y consultado como si fuera el verdadero Jefe del Estado, por lo que no pocos descartan que, algún día, en el futuro, si Francia permite que Wallis se independice, el lavelua (“rey”) sea el jefe del Estado de la nueva nación.
La gente de Wallis y Futuna son principalmente polinesios y hablan tongano o samoano y algo de francés. Es difícil entenderse en inglés, por lo que saber un poco de francés facilita bastante las cosas. Los wallisianos descienden de tonganos, mientras que los futunianos desciende de samoanos, con lo cual las diferencias entre unos y otros tanto en el idioma como en la cultura son fácilmente perceptibles. La isla está habitada por polinesios desde hace 3000 años, pero los europeos no llegaron allí hasta 1616, cuando unos navegantes holandeses las avistaron. Las Wallis fueron descubiertas por los ingleses muchos años más tarde, en 1767.
A pesar de que fueron descubiertas por los holandeses y los ingleses durante los siglos XVII y XVIII, fueron los franceses los primeros europeos en asentarse en el territorio. Esto con la llegada de misioneros galos en 1837, los cuales convirtieron al catolicismo a la población local. El cura misionero francés San Pietro Chanel (1803-1841), al ver que las tribus eran caníbales y que la religión que se practicaba imponía el terror, decidió ganarse la confianza de los indígenas y por ellos murió, exponiéndose su cuerpo en Villa María (Sydney).
A partir de 1820 fueron los balleneros norteamericanos los que más contacto mantuvieron con estas pequeñas islas. Los misioneros maristas llegaron a las islas en 1837, y desde el obispado de Wallis dirigieron toda la evangelización de las islas Fiji, Samoa y Tonga. El 5 de abril de 1842, los reyes solicitaron la protección de Francia después de una rebelión por parte de la población nativa, y en abril de 1887, la reina Amelia de Uvea (en la isla de Wallis) firmó un tratado estableciéndose oficialmente el protectorado francés. Los reyes de Sigave y Alo, en las islas de Futuna y Alofí, también firmaron el tratado, estableciéndose el protectorado el 16 de febrero de 1888. En 1924 Wallis y Futuna se convirtió oficialmente en una colonia francesa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Wallis fue una importante base americana, con 6.000 hombres destinados a ella, y fue en esa época cuando se construyó la primera pista de aterrizaje de la isla. En 1959 los habitantes de Wallis y Futuna votaron a favor de ampliar su estatus a “Territorio Francés de Ultramar”, y alcanzaron dicho estatuto en 1961. Reinaba por entonces el rey Tomasi, que el 12 de marzo de 1959, cuando Francia cerraba la Cuarta República e inauguraba la Quinta con la vuelta del general Charles De Gaulle, fue coronado como rey de Wallis, heredero de una estirpe real de trescientos años de antigüedad.
Tomasi Kulimoetoke II nació en Ha’afuasia, en el distrito de Hahake, el 26 de julio de 1918 y a los veintiún años sucedió al rey Aloisia como el 47º lavelua de la isla de Wallis, que es conocida como Uvea en el idioma wallisiano. En 1961, tras un referéndum nacional impulsado por él mismo, firmó los tratados con Francia en los que establecía que Wallis era un territorio de ultramar francés, y ya no una colonia o un protectorado. La histórica votación garantizó el derecho de los isleños a la educación gratuita y de las subvenciones para la infraestructura, pero el mayor logro de Kulimoetoke II fue obtener el apoyo de los historiadores y etnólogos franceses en su defensa de que las Islas Wallis y Futuna acogen una etnia única, mitad samoana y mitad tongana. También sostuvo siempre con firmeza que las estructuras tradicionales de los clanes podían y debían cohabitar con Francia y, por tanto, garantizar la supervivencia de la autocrática y no hereditaria monarquía del archipiélago. Aún debiendo sujetarse a la ley republicana, el rey era la única persona autorizada a ejercer el derecho de resolución de las controversias locales. El jefe del Estado de las islas es de hecho el presidente francés, pero las tres familias reales gozan de mucho prestigio y legitimidad, y el rey Tomasi llegó a convertirse en un personaje peculiar: se rodeaba de seis ministros encargados de hacer respetar las tradiciones, las costumbres y las leyes (las locales y las francesas, puesto que el territorio está sometido a la Constitución gala) y para llegar hasta él, debía seguirse un rígido protocolo y acercarse con gran respeto y reverencia. Pese a ello, se decía que “el rey era sencillo y bondadoso”.
Los reformistas también se burlaban del rey insistencia en que los walisianos se bajaran de sus bicicletas al pasar frente a su palacio y tirarse al piso ante su presencia. En el año 2002, el pomposo rey animó a sus conciudadanos, y a Francia, a apoyar el cierre del único periódico de la isla, que había publicado un editorial criticándolo a él y a su familia por dar refugio a un amigo que había sido sentenciado a la cárcel por malversación de fondos públicos.
Tres años más tarde, el rey Kulimoetoke II estuvo a punto de perder su trono luego de que uno de sus nietos, Tomasi Tu’ugahala, fuera sentenciado a pasar 18 meses en prisión por el homicidio involuntario de un peatón cuando conducía borracho su automóvil luego de las fiestas de Año Nuevo. El rey invitó a su nieto a refugiarse en el palacio real, donde el joven estuvo escondido durante antes de entregarse a los gendarmes franceses. El propio rey urgió a Francia, ante el escándalo, “abandonar el colonialismo”, alegó que el accidente debía ser compensado de acuerdo a la costumbres y leyes tribales, y que el derecho penal francés debía ser abolido de inmediato en Uvea. Los reformistas de armaron de enojo, y declararon abiertamente su deseo de poner al anciano rey e instalar a Sosefo Mautamakia como su sucesor, organizando incluso una falsa coronación que, debido a los violentísimos disturbios de los seguidores de Kulimoetoke II debió ser pospuesta una y otra vez hasta no realizarse. El rey conservó el trono y Francia, tal vez muy a su pesar, o tal vez con total indiferencia, le ofreció su apoyo.
Su hija Etua (fruto de su matrimonio con Kafala Heafala) se hizo cargo de sus deberes ceremoniales en los últimos años, cuando sufrió de mala salud, y el rey terminó falleciendo el 7 de mayo de 2007 en Mata-Utu. Las causas de la muerte no salieron a la luz, pero, según sus allegados, los incidentes que sacudieron la isla en 2005, y que casi le costaron la corona, deterioraron su estado físico y anímico. Centenares de ciudadanos se congregaron frente a las puertas de su palacio en Mata-Utu, para llorar la muerte del padre de la nación y guardián de las tradiciones más ancestrales y preciadas del archipiélago. Se observó un riguroso periodo de seis meses de duelo durante el cual era tabú hablar de un posible sucesor al trono.
El Consejo del Territorio de Wallis y Futuna consta de los tres reyes isleños (el de Uvea, el de Alo y el Sigave) y tres miembros designados por el administrador de alta en el asesoramiento de la Asamblea Territorial, que se encargan del gobierno. Pocos meses después del fallecimiento de Kulimoetoke II se anunció que el trono de Wallis sería ocupado por Kapiliele Faupala, un hombre honrado y dedicado a quien el difunto rey había señalado como su preferido para sucederle, y que se unía así al rey Visesio Moeliku de Sigave. El trono de Alo se encuentra actualmente vacío.
Faupala, localmente conocido como el Kalai Ki Valu por los wallisianos, se había desempeñado anteriormente como funcionario público de la administración francesa y el Departamento local de Obras Públicas, donde sirvió hasta 1995. Nació en 1940, y proviene de la aldea de Ahoa, en el centro de Wallis. El anuncio de su entronización provocó una importante oleada de protestas de los otros clanes, principalmente de Wallis, incluidas las familias reales que presentaron también su lista de candidatos para el trono real. Las dos principales familias reales de Wallis, Hahake y Mu’a del Norte y el Sur de la isla de Wallis, respectivamente, protagonizaron una feroz batalla por la sucesión tras bastidores a fin de asegurarse su permanencia en el trono, pero fue finalmente la elección del Consejo prevaleció.
Aquel 25 de julio, las ceremonias de coronación fueron el punto culminante de una serie de elaboradas ceremonias religiosas que incluían la entrega de ofrendas y el ritual del kava, que tuvieron lugar en los jardines de Marae Sagatosoane (“sagrado lugar de encuentro”), en Mata’Uti, la capital de Wallis, donde había sido sepultado el rey Tomasi. Las ofrendas que fueron llevadas al lugar sagrado delante del Palacio Real fueron cien cerdos, según la costumbre, y muchos aldeanos de Hahake se acercaron a dejar una gran diversidad de presentes, la mayoría de los cuales eran frutos de la tierra, animales y objetos que simbolizan la paz, la fecundidad, la prosperidad... La misa de coronación se inició a las 7 de la mañana, y a las 9.45 exactamente Kapelilele Faupala era entronizado en Malae Sagato Soane, no sin antes realizar las cinco paradas simbólicas antes de llegar al trono: primero le fue servido en copas el tradicional kava por cinco jóvenes e la aldea de Mata Utu; en segundo lugar se realizó el Kai Kai (comida tradicional) para lugar pasar al Katoaga (la entrega de presentes) y finalizar con las danzas tradicionales de las islas, al estilo hawaiano.
Es en honor a Samuel Wallis (1728-1795), un navegante y explorador inglés que circunnavegó la Tierra en el segundo viaje de exploración inglés al Océano Pacífico, que la isla de Wallis recibe su nombre. Junto con Futuna (o Fortuna) forman dos grupos de islas separados por 250 kilómetros de mar. El primero (159 kilómetros cuadrados), más al norte, está formado por la isla de Wallis y algunos islotes deshabitados que la rodean. Para acercarse a la isla los barcos grandes tienen que entrar por el sur, para esquivar el arrecife coralino que rodea a la isla. Es una isla bastante llana y tan solo alcanza los 145 metros de altura en el monte Llu Fakahega.
Más al sur se encuentran las Futuna, con las islas de Futuna y Alofi, que suman 115 kilómetros cuadrados de área. Son montañosas y de origen volcánico. El pico más alto es el Monte Puke, en la isla de Futuna, que alcanza los 524 metros de altura. La isla de Alofi, a solo dos kilómetros de Futuna, se encuentra deshabitada por la ausencia de agua dulce. Sin embargo en Futuna hay numerosas fuentes. El territorio esta dividido en los tres reinos tradicionales: Uvea en la isla de Wallis, Sigave en la parte occidental de Futuna y Alo en la isla de Alofí y en la parte oriental de Futuna, y aunque el Jefe de Estado es el Presidente de Francia (actualmente el mediático Nicolas Sarkozy), representado por un Alto Comisionado, el Consejo del Territorio está formado por los tres reyes y por tres miembros apuntados por el alto comisionado junto con la Asamblea Territorial. El rey de Wallis tiene un enorme poder simbólico y tradicional, y es respetado y consultado como si fuera el verdadero Jefe del Estado, por lo que no pocos descartan que, algún día, en el futuro, si Francia permite que Wallis se independice, el lavelua (“rey”) sea el jefe del Estado de la nueva nación.
La gente de Wallis y Futuna son principalmente polinesios y hablan tongano o samoano y algo de francés. Es difícil entenderse en inglés, por lo que saber un poco de francés facilita bastante las cosas. Los wallisianos descienden de tonganos, mientras que los futunianos desciende de samoanos, con lo cual las diferencias entre unos y otros tanto en el idioma como en la cultura son fácilmente perceptibles. La isla está habitada por polinesios desde hace 3000 años, pero los europeos no llegaron allí hasta 1616, cuando unos navegantes holandeses las avistaron. Las Wallis fueron descubiertas por los ingleses muchos años más tarde, en 1767.
A pesar de que fueron descubiertas por los holandeses y los ingleses durante los siglos XVII y XVIII, fueron los franceses los primeros europeos en asentarse en el territorio. Esto con la llegada de misioneros galos en 1837, los cuales convirtieron al catolicismo a la población local. El cura misionero francés San Pietro Chanel (1803-1841), al ver que las tribus eran caníbales y que la religión que se practicaba imponía el terror, decidió ganarse la confianza de los indígenas y por ellos murió, exponiéndose su cuerpo en Villa María (Sydney).
A partir de 1820 fueron los balleneros norteamericanos los que más contacto mantuvieron con estas pequeñas islas. Los misioneros maristas llegaron a las islas en 1837, y desde el obispado de Wallis dirigieron toda la evangelización de las islas Fiji, Samoa y Tonga. El 5 de abril de 1842, los reyes solicitaron la protección de Francia después de una rebelión por parte de la población nativa, y en abril de 1887, la reina Amelia de Uvea (en la isla de Wallis) firmó un tratado estableciéndose oficialmente el protectorado francés. Los reyes de Sigave y Alo, en las islas de Futuna y Alofí, también firmaron el tratado, estableciéndose el protectorado el 16 de febrero de 1888. En 1924 Wallis y Futuna se convirtió oficialmente en una colonia francesa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Wallis fue una importante base americana, con 6.000 hombres destinados a ella, y fue en esa época cuando se construyó la primera pista de aterrizaje de la isla. En 1959 los habitantes de Wallis y Futuna votaron a favor de ampliar su estatus a “Territorio Francés de Ultramar”, y alcanzaron dicho estatuto en 1961. Reinaba por entonces el rey Tomasi, que el 12 de marzo de 1959, cuando Francia cerraba la Cuarta República e inauguraba la Quinta con la vuelta del general Charles De Gaulle, fue coronado como rey de Wallis, heredero de una estirpe real de trescientos años de antigüedad.
Tomasi Kulimoetoke II nació en Ha’afuasia, en el distrito de Hahake, el 26 de julio de 1918 y a los veintiún años sucedió al rey Aloisia como el 47º lavelua de la isla de Wallis, que es conocida como Uvea en el idioma wallisiano. En 1961, tras un referéndum nacional impulsado por él mismo, firmó los tratados con Francia en los que establecía que Wallis era un territorio de ultramar francés, y ya no una colonia o un protectorado. La histórica votación garantizó el derecho de los isleños a la educación gratuita y de las subvenciones para la infraestructura, pero el mayor logro de Kulimoetoke II fue obtener el apoyo de los historiadores y etnólogos franceses en su defensa de que las Islas Wallis y Futuna acogen una etnia única, mitad samoana y mitad tongana. También sostuvo siempre con firmeza que las estructuras tradicionales de los clanes podían y debían cohabitar con Francia y, por tanto, garantizar la supervivencia de la autocrática y no hereditaria monarquía del archipiélago. Aún debiendo sujetarse a la ley republicana, el rey era la única persona autorizada a ejercer el derecho de resolución de las controversias locales. El jefe del Estado de las islas es de hecho el presidente francés, pero las tres familias reales gozan de mucho prestigio y legitimidad, y el rey Tomasi llegó a convertirse en un personaje peculiar: se rodeaba de seis ministros encargados de hacer respetar las tradiciones, las costumbres y las leyes (las locales y las francesas, puesto que el territorio está sometido a la Constitución gala) y para llegar hasta él, debía seguirse un rígido protocolo y acercarse con gran respeto y reverencia. Pese a ello, se decía que “el rey era sencillo y bondadoso”.
Los reformistas también se burlaban del rey insistencia en que los walisianos se bajaran de sus bicicletas al pasar frente a su palacio y tirarse al piso ante su presencia. En el año 2002, el pomposo rey animó a sus conciudadanos, y a Francia, a apoyar el cierre del único periódico de la isla, que había publicado un editorial criticándolo a él y a su familia por dar refugio a un amigo que había sido sentenciado a la cárcel por malversación de fondos públicos.
Tres años más tarde, el rey Kulimoetoke II estuvo a punto de perder su trono luego de que uno de sus nietos, Tomasi Tu’ugahala, fuera sentenciado a pasar 18 meses en prisión por el homicidio involuntario de un peatón cuando conducía borracho su automóvil luego de las fiestas de Año Nuevo. El rey invitó a su nieto a refugiarse en el palacio real, donde el joven estuvo escondido durante antes de entregarse a los gendarmes franceses. El propio rey urgió a Francia, ante el escándalo, “abandonar el colonialismo”, alegó que el accidente debía ser compensado de acuerdo a la costumbres y leyes tribales, y que el derecho penal francés debía ser abolido de inmediato en Uvea. Los reformistas de armaron de enojo, y declararon abiertamente su deseo de poner al anciano rey e instalar a Sosefo Mautamakia como su sucesor, organizando incluso una falsa coronación que, debido a los violentísimos disturbios de los seguidores de Kulimoetoke II debió ser pospuesta una y otra vez hasta no realizarse. El rey conservó el trono y Francia, tal vez muy a su pesar, o tal vez con total indiferencia, le ofreció su apoyo.
Su hija Etua (fruto de su matrimonio con Kafala Heafala) se hizo cargo de sus deberes ceremoniales en los últimos años, cuando sufrió de mala salud, y el rey terminó falleciendo el 7 de mayo de 2007 en Mata-Utu. Las causas de la muerte no salieron a la luz, pero, según sus allegados, los incidentes que sacudieron la isla en 2005, y que casi le costaron la corona, deterioraron su estado físico y anímico. Centenares de ciudadanos se congregaron frente a las puertas de su palacio en Mata-Utu, para llorar la muerte del padre de la nación y guardián de las tradiciones más ancestrales y preciadas del archipiélago. Se observó un riguroso periodo de seis meses de duelo durante el cual era tabú hablar de un posible sucesor al trono.
El Consejo del Territorio de Wallis y Futuna consta de los tres reyes isleños (el de Uvea, el de Alo y el Sigave) y tres miembros designados por el administrador de alta en el asesoramiento de la Asamblea Territorial, que se encargan del gobierno. Pocos meses después del fallecimiento de Kulimoetoke II se anunció que el trono de Wallis sería ocupado por Kapiliele Faupala, un hombre honrado y dedicado a quien el difunto rey había señalado como su preferido para sucederle, y que se unía así al rey Visesio Moeliku de Sigave. El trono de Alo se encuentra actualmente vacío.
Faupala, localmente conocido como el Kalai Ki Valu por los wallisianos, se había desempeñado anteriormente como funcionario público de la administración francesa y el Departamento local de Obras Públicas, donde sirvió hasta 1995. Nació en 1940, y proviene de la aldea de Ahoa, en el centro de Wallis. El anuncio de su entronización provocó una importante oleada de protestas de los otros clanes, principalmente de Wallis, incluidas las familias reales que presentaron también su lista de candidatos para el trono real. Las dos principales familias reales de Wallis, Hahake y Mu’a del Norte y el Sur de la isla de Wallis, respectivamente, protagonizaron una feroz batalla por la sucesión tras bastidores a fin de asegurarse su permanencia en el trono, pero fue finalmente la elección del Consejo prevaleció.
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