Hamengkubuwono X, sultán de Yogyakarta, es una figura muy popular y activa en su país, y uno de los líderes más populares de Indonesia, que el pasado 28 de octubre anunció su esperada candidatura a las elecciones presidenciales previstas para 2009 para luchar contra la pobreza y el desempleo. El sultán, licenciado en Derecho, ha recibido presiones para presentar su candidatura a los comicios pero demoró su decisión. Hamengkubuwono X aúna la autoridad de una longeva dinastía javanesa y una fuerte convicción democrática, como demostró apoyando el proceso que siguió a la caída del régimen dictatorial del general Suharto (1966-1998). La carrera política de su familia se remonta a la época precolonial, aunque no comenzó realmente a despuntar hasta 1755, cuando las autoridades holandesas concedieron a su antecesor, Hamengkubowono I, el título de sultán.
El sultán, que cuenta con una larga carrera política como gobernador de esta región del sur del archipiélago, hizo pública su decisión ante cerca de 200.000 personas que se congregaron en una explanada frente a su palacio, Kraton, informaron medios locales. “Cumpliendo la llamada de la madre patria, estoy preparado para ser presidente en 2009”, proclamó Hamengkubuwono X, de 62 años, que para algunos javaneses es una figura semidivina.
El sultanato de Yogyakarta, oficialmente Sultanato de Ngayogyakarta Hadinngrat, se formó en 1755 cuando el entonces sultanato de Mataram fue dividido en dos por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales mediante el tratado de Giyanti. Este tratado declara que el Sultanato de Mataram sea dividido entre el Sultanato de Ngayogyakarta Hadiningrat con Yogyakarta como capital y Mangkubum como el sultán Hamengkubuwono I; y el sultanato de Surakarta Hadiningrat con Surakarta como la capital y Pakubuwono III anterioriormente sultán de Mataram como su sultán y gobernante. El sultán Hamengkubuwono I construyó su capital durante los siguientes 37 años con Kraton como su parte central y la corte de Surakarta como modelo. Cuando Hamengkubuwono I falleció, en 1792, su territorio se extendía más allá de Surakarta.
El gobernante Sri Sultán Hamengkubuwono IX (1912-1988) obtuvo en título en la universidad Holandesa de Leiden, y ocupó la posición ceremonial de Vice-Presidente de Indonesia como un reconocimiento a su estatus, así como también la de ministro de defensa y de finanzas.
En apoyo a la declaración de independencia de Indonesia de la ocupación Holandesa y japonesa, el 5 de septiembre de 1945, Sri Sultán Hamengkubuwono IX de Yogya y Sri Paku Alam VII en Yogya declararon sus sultanatos como parte de la república de Indonesia. En pago por su apoyo, una ley especial aprobada en 1950 le garantizó a Yogyakarta el estatus especial de Región Provincia y el reconocimiento del poder del Sultán para manejar sus propios asuntos internos. El sultán Hemngkubuwono IX fue entonces nombrado gobernador vitalicio. Durante la guerra de indpendencia de Indonesia contra los holandeses y después de la segunda guerra mundial la capital de la recién nacida república de Indonesia se trasladó a Yogyakarta cuando los holandeses ocuparon Yakarta desde enero de 1946 hasta agosto de 1950. Hamengkubueono X, el sultán candidato, obtuvo un título de la universidad de Gadaj Mada, y en 1998 fue elegido gobernador por la casa provincial de representantes de Yogyakarta, en desafío a las recomendaciones del gobierno central.
Hamengku Buwono X –el nombre significa “sustentador del universo”– encabeza una dinastía que nació en el siglo XVIII, en plena época precolonial, aunque no comenzó realmente a despuntar hasta 1755, cuando las autoridades holandesas concedieron a su antecesor, Hamengkubowono I, el título de sultán. Su alteza real hoy muestra su retrato oficial en el atuendo completo de la corte javanesa, con una daga curva dentro de su magnífico sarong de batik. Su indumentaria cotidiana consiste en un traje oscuro impecablemente confeccionado, de preferencia Armani. En su oficina, durante una entrevista, fuma un grueso puro Davidoff. Detrás de él cuelga un gran cuadro de un volcán. “No es el Merapi –dice con displicencia–. Es el Fuji”.
Algunos habitantes de Yogyakarta acusan a Hamengku Buwono X por convertir esta capital cultural en una ciudad de centros comerciales y de pasar demasiado tiempo en el campo de golf. Añoran el consuelo de los añejos rituales y critican al sultán por descuidar las ceremonias a las que su padre asistía habitualmente. En 2006, fue notoria la ausencia del sultán en un ritual anual para bendecir las ofrendas dedicadas al ogro Sapu Jagat y la diosa marina Ratu Kidul. Las ofrendas (que incluyen comida, flores, tela y recortes del cabello y de las uñas de las manos del sultán) se hacen para asegurar la alineación sagrada entre el volcán, su palacio y el Océano Índico y, por lo tanto, la seguridad del pueblo.
Menos de dos semanas después de la primera gran erupción del Merapi en 2006, ocurrió un fuerte sismo al sur de Yogyakarta, que mató a más de 5 000 personas. El palacio y los cementerios reales también resultaron muy dañados, un pésimo augurio para el sultán, que ya era blanco de la indignación pública por la lenta distribución de los fondos de socorro. Hoy en día ni siquiera un sultán moderno puede escapar a la fuerza de las antiguas creencias. Con su presencia o sin ella, las ofrendas rituales anuales debían hacerse. De manera que el personal del sultán dispuso las ofrendas en el patio dañado por el terremoto para una breve ceremonia, luego las colocaron en autos que las esperaban y se dirigieron a toda prisa con dos rumbos distintos.
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