El 31 de octubre pasado, los once jefes tribales de Busoga, uno de los reinos tradicionales que forman parte de la República de Uganda, eligieron como su rey (o “Kyabazinga”) al príncipe Edward Collumbus Wambuzi Muloki, que llegaba así a suceder a su padre, el rey Henry Muloky, que falleció a principios de septiembre. Busoga es uno de los cinco reinos tradicionales de Uganda que en los años ’90 fueron restituidos en la Constitución como sedes culturales, y el presidente Museveni devolvió sus coronas a sus reyes, que habían sido desposeídos de sus tronos en los años ’60 por el sangriento dictador Idi Amin.
Se trata de un pueblo unido, que disfruta de grandes privilegios económicos, sociales y culturales. Isebantu Kyabazinga o Rey de Busoga es el título dado al gobernante, que colabora estrechamente con el presidente ugandés. El rey actúa como un poderoso símbolo de la unidad tribal, y su título significa “padre y unificador de todas las personas”. El cargo de Kyabazinga es un cargo electivo, y se escoge entre cinco de los once jefes reales tradicionales del reino para reinar por un tiempo determinado; sin embargo, en 1996 los jefes reales decidieron que el rey Muloki reinara hasta su muerte, como agradecimiento y reconocimiento de su contribución al pueblo de Busoga. Según la Constitución de la Obwa Kyabazinga Busoga Bwa, cuando el trono del Isebantu Kyabazinga quede vacante, el Issabalangira (Jefe del Consejo Real) automáticamente se convierte en el Isebantu Kyabazinga regente, a la espera de la sustitución oficial.
El Kyabazinga debe ser alguien que pueda expresarse con fluidez y claridad en su escritura, hablar el idioma lusoga o sus dialectos así como la lengua nacional de Uganda, el inglés, a la perfección. Debe estar en su sano juicio, debe respetar y amar las tradiciones de Obwa Kyabazinga, la cultura y la tradición de Busoga y ninguno de ellos puede haber estado en prisión más de dos años. En el caso de que el elegido resulte ser un príncipe menor de edad, dos de los jefes reales son escogidos para representarlo como regentes durante algún tiempo, y el trono nunca debe quedar vacante más de dos meses; sin embargo, en el caso de que el Consejo Real no hubiera podido hallar a nadie apto, se amplía el límite otros dos meses. El elegido tiene treinta días para notificar formalmente, por escrito, su aceptación de subir al trono, y pronto debe ser entronizado en el campo de Mpumuire, en Jinja, para comenzar lo antes posible sus tareas reales en Bugembe.
Durante los últimos meses, Busoga vivió una verdadera batalla de sucesión, en la que los once jefes tribales se postulaban y postulaban a otros, para ocupar el trono que dejó vacante el rey Muloki. La lista de candidatos del trono fue aumentando día a día, pero la mayoría ha apoyado la candidatura del hijo mayor del rey muerto, Edward Collumbus Wambuzi, del principado de Bulamogi, que goza del prestigio de ser hijo de un hombre sabio y humilde, jamás salpicado por un escándalo.
La elección de Wambuzi tuvo lugar bajo estrictas medidas de seguridad luego de que se sucedieran muchas escenas de caos y violencia antes de comenzar a celebrarse las elecciones. Cinco de los 11 jefes de Busoga emitieron luego un memorando oponiéndose a las elecciones, y otros tres de los que intentaron boicotear las elecciones habían expresado su interés en ser elegido rey, por lo que a pesar de que la Constitución del año 2000 dice expresamente que un candidato debe tener al menos ocho de los once votos para ser elegido rey, sólo siete votaron al príncipe Wambuzi. Ahora, las tribus y los demás candidatos exigen a la justicia tanto la revisión como la anulación de la elección, y tal parece que el príncipe Wambuzi, de 35 años, por ahora no podrá sentarse tranquilo en el trono que ocupó su querido y prestigioso padre durante cuatro décadas.
Darío Silva-D'Andrea
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